jueves, 12 de abril de 2018

01/03/2018

Sed.
Y mi cuerpo es el manantial de dónde brota el agua.

Hambre infernal.
Y mis labios son como miel para tu lengua.
Entonces te acercas.
E intentas saciar tus necesidades.
Pero justo cuando estás cerca del festín.
Te das cuenta de que no puedes respirar.
Y que yo tengo el oxígeno que necesitas.
Alargas tu brazo.
Intentas alcanzarme con tu mano.
Caes al suelo.
A tan sólo un paso de mí.
Entonces me miras.
Y yo estoy quieta sonriendo.
Estás congelado.
Y sientes el fuego que me rodea.
De pronto dejas de ver.
Comienzas a desangrarte por dentro y por fuera.
Y tu cuerpo no es capaz de asimilar todo de golpe.
Justo entonces te desvaneces como el viento.
Y con ese último latido.
En ese último instante de lucidez.
Te das cuenta de que llegó tu hora.


No hay comentarios:

Publicar un comentario