miércoles, 20 de enero de 2016

12/01/2016

Ahí estaba el pobre hombre, consumiéndose tanto en cuerpo como en mente, sin poder decir palabra. Apenas abría la boca y comenzaba a tartamudear intentando buscar la combinación correcta para las sílabas que bailaban en su cabeza. No quedaba nada de ese tipo que había sido anteriormente. Era más hueso que carne, más llanto que risa. No tenía fuerzas ni para sostener un simple cigarro. En cada calada se notaba su consumo y deterioro. Qué depresión más enfermiza, una tristeza general gobernaba su 'cuerpo'. Endeudado hasta la médula, no tenía dinero ni para existir, debía su vida al mundo y su alma pertenecía al diablo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario