sábado, 26 de diciembre de 2015

10/12/2015

Que me agotas,
que me agotas,
que me entierras en el interior de tus engaños
adornados con un lazo aterciopelado.
Me susurras tan lento
que me atontas,
me mareas con tu vaivén de mentiras,
pierdes el sentido cuando piensas
en algo que no sea una excusa.
Ilusa,
yo, por escucharte,
tú, por intentarlo.
Gilipollas,
nosotros, por seguir
administrándonos dolor.
Que me entiendes,
mantienes tu respuesta afirmativa a todo,
sin decir nada.
Olvidado,
el calor de aquellas velas que alumbraban
lo que parecían pasos
hacia tierra de héroes.
Que me enciendo,
cuando te giras de golpe y de
repente te quedas quieto,
me provoca arcadas pensar en si
algo fue cierto.
Gracia,
lo que me provoca el pensar en,
nuestro duelo,
en los días que malgastamos
hiriéndonos.
Libres,
de pensar, hacer y decir lo que
queramos,
sin reproches,
sin explicaciones,
simplemente con versos de engaño,
palabras bañadas en lágrimas
secretas,
que siendo sinceros,
a los dos nos importan una puta
mierda.
Que te pires,
que te vayas en cuanto puedas y
que no olvides cerrar la puerta,
y ahora que me acuerdo,
¡No dejes de saludar cuando me veas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario